REVISTA MÉDICA

Volumen 2 Nº 3 2007

 

          SECCIÓN CULTURAL         


Documental de un Conspirador

 

Primer lugar de la Serie “Cuadernos de Quito” de la Dirección General de Educación y Cultura
del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito.

 

Mestizo, practicante de un Hospital
abierto por la misericordia de los blancos,
curtido en malas noche,
masculino de muerte,
singular de abstinencia.
 

Heredero del apellido
de un picapedrero
(desde entonces conociste
la viruela en las piedras),
estudiando, en las noches
los candiles te hicieron
el rostro a fuego lento.
 

Conspirador, “orgulloso
en nada parecido
a su humilde padre”,
guerrillero avenido al bajo
oficio de curar los enfermos”,
una arruga te partía la frente
en mitades de sueño.
vigilante sonámbulo,
vencedor de la muerte,
derrotado por la soledad:
Enfermedad contraída
en los actos más nobles……
 

Iniciaste las prácticas en la sala
donde se atendías las mujeres de pago:
Pechos remordidos por ventosas,
calvarios construidos con maderas de lecho
donde clamaban de sed,
tenían ahincos de eternidad,
hasta rodar sin que nadie
reclamara por sus cuerpos
como tantas noches.
 

(Los niños retardados crecen para adentro,
se clavan las uñas y gruñen
tratando de salir al mundo,
se derrumban con espuma en la boca,
secuestrados en vida
con la mordaza floja.)
 

(Las recién paridas
clavan las puertas por cuarenta días,
se purifican el cuerpo
con pequeños animales oscuros,
les trasciende a los pechos
el temblor de los algodonales
en el amanecer.)
 

(Los palúdicos caen en largos arrobamientos
y, luego en sacudidas
expulsan los pálidos demonios del escalofrío.)
Los dementes viven ignorándose.
mogros. Intemporales.
Bufones de un rey cruel,
mostrando sus vergüenzas
como sarta de ajos.

 

 

Niños enormes, desorbitados
por los baños fríos en las madrugadas.
se extravían por los patios oscuros
donde rebolotea la campanilla
como una infanta nieta de la muerte.)
 

(Los que tienen fiebres
son bañados en tinacos
de agua serenada al amanecer,
reciben fricciones
de vinagre y pez negra,
y los ricos se confortan con espliego,
alhucema y clavos de olor.)
 

Doctor:
Todavía morimos de viruela negra,
hay que pagar alcabalas,
cuatro reales para la graduación,
los proveídos siguen sin término
para cobrar la herencia
de aire limpio
que dejaste en las plazas…..
 

¡Haznos sudar con hierba amarga,
despiértanos del pasmo,
del cogido del monte,
danos un sitio en el paredón con nichos
donde sueñan los muertos
que aún pasas visita
cuando baja la niebla!
 

Porque dijiste que los hombres
debían respirar para vivir
te negaron el título de médico,
porque sostuviste que los hombres
debían ser antorchas de su pueblo
no hubo mujer que te apagara
acercando los labios,
porque afirmaste que el aire
de la patria sería libre, limpio,
aún las cruces de piedra
siguen clamando al cielo
clavadas en la tierra.
 

En la villa de Quito,
con cincuenta mil habitantes
eran cinco los médicos,
ahora somos millones,
Médico: sólo tú,
curandero que adolecías
de las mismas pausas
que tienen, al hablar,
los fatigados.
 

Dadle su nombre a un hospital
con las luces prendidas,
cruzado de arbotantes y lamentos,
único bien en contra
de innumerables males,
quinientas camas limpias
en dos filas, ninguna elegía,
el corredor, con sol, en su recuerdo.

 

Dr. Eduardo Villacís Meythaler

 

Médico de profesión, Miembro de media docena de Instituciones de Cardiología,
nos ofrece en su serie de poemas, "Documental para un conspirador" el ángulo de su reflexión histórica
en torno a la figura de Eugenio Espejo “adobado en adobe”.