ÍNDICE
104. PRUEBAS *DE LABORATORIO QUE SE REALIZAN PARA
IDENTIFICAR LA AMEBA Y DIAGNOSTICAR LA AMEBIASIS.
En un examen simple de heces podemos visualizar las
amebas en forma directa con ayuda del microscopio,
realizamos previamente linciones especiales con
soluciónes yodo-yoduradas (lugol). Si las heces son
secas visualizaremos especialmente los quistes de amebas
histolyticas, puesto que en
heces secas los trofozoítos se destruyen.
Para
reconocer los trofozoítos o formas invasoras
generalmente hay que tomar las muestras de lesiones
ulcerosas del colon, o bien buscarlas en heces líquidas
que tienen sangre y moco en su contenido. Sin embargo no
siempre en una amebiasis intestinal más o menos grave,
se presentan deposiciones diarreicas con moco y sangre.
Muchas veces son solo deposiciones blandas, acompañadas
de síntomas como tenesmo rectal. En todos estos casos
además de enviar el material fecal al laboratorio, se
debe realizar una rectosigmoideoscopía para tomar
muestras directamente de la mucosa inflamada o ulcerada.
De esta forma se pueden realizar estudios de amebas "en
fresco" con los que se visualizan mejor los quistes y
los trofozoítos
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Hay
que recordar que las amebas son "heterótrofas" es decir
que no solo se alimentan de glóbulos rojos o de
bacterias; también lo hacen de moco u otros restos
orgánicos que se encuentran en la luz intestinal. Por
ello no es lo mismo el tratamiento anti amebiano en un
paciente prácticamente asintomático, que la terapéutica
de cuadros disentéricos graves con deterioro del estado
general y signos de deshidratación e infección.
Además de los análisis de laboratorio con los que
podemos visualizar el trofozoito, hay pruebas más
sofisticadas que también proporcionan un diagnostico de
la parasitosis. Son los "cultivos" que se obtienen de
las muestras recogidas de las diferentes áreas donde se
sospecha la presencia del parásito.
Si
consideramos que la ameba no solo actúa a nivel
intestinal y que la posibilidad del absceso hepático
amebiano siempre está presente, es prudente realizar
estudios ecográficos abdominales. Los abscesos se
localizan con mayor frecuencia en el lóbulo hepático
derecho y mediante punción se pueden obtener muestras
para ser cultivadas en el laboratorio y confirmar así la
presencia del parásito. El material abscesal de la
amebiasis es achocolatado y fétido. La tomografía axial
computarizada y lit resonancia magnética nuclear son
exámenes muy fiables para determinar con precisión la
localización de los abscesos.
Actualmente se pueden realizar laparotomías
exploratorias a través de pequeñas incisiones que se
utilizan en procedimientos laparoscópicos. Resulta una
alternativa válida para realizar biopsias, recoger
material purulento o visualizar directamente lesiones
que confirman la sospecha diagnostica. Se trata de un
procedimiento seguro, con poco riesgo de causar
hemorragias. Sin embargo no deben dejar de realizarse
exámenes previos como: pruebas de laboratorio, factores
de coagulación, química sanguínea, radiografías simples
de abdomen, ecografía hepática, gamagrafías, tomografías
o resonancias, todo ello orientado a localizar el
posible absceso y permitir un abordaje preciso. La toma
de muestras no está exenta de complicaciones si no se
tienen presentes todas las medidas de seguridad. Siempre
será la clínica, con la comprobación mediante exámenes
de laboratorio, la que demuestra la presencia del
trofozoito antes de ejecutar tratamientos que tienen
gran efectividad por los fármacos que actualmente se
utilizan.
Cuando un paciente presenta sintomatología compatible
con la amebiasis y en tres o más pruebas de visión
directa no ha sido posible identificarla, se debe
realizar otros estudios a fin de documentar la presencia
o no de la ameba. Hay que recordar que en ocasiones las
amebas viven en condiciones de comensalismo durante
mucho tiempo sin producir prácticamente ningún daño en
el huésped. No se debe esperar entonces a que se
convierta en enteropatógena o que, junto a bacterias
intestinales causen destrucción tisular, para iniciar el
tratamiento específico. La profilaxis y el tratamiento
deben ser precoces. El simple examen de heces con
demostración de trofozoítos de ameba histolytica ya
justifica el uso de antiamebianos. Es mejor tratar los
inicios de la enfermedad que no las complicaciones.
Existen pruebas de laboratorio como los exámenes
coproparasitoscópico de concentración que al igual que
el examen simple de heces deben hacerse al menos tres
veces. Son pruebas que mediante concentraciones de las
muestras tratan de identificar las formas jóvenes y
adultas del parásito, de la misma manera que se
visualizan en estudios directos. De estos métodos los
mas importantes son el de Fanst y el de Ferreira. Se
practica una centrifugación de la cual se produce una
flotación en este material, luego ayudados por el
sulfato de zinc es posible encontrar amebas en mayor
porcentaje que con métodos mas sencillos, pero más
económicos.
Los
exámenes directos se realizan en número de cuatro en el
transcurso de una semana, aplicando la muestra sobre un
porta objetos y cubriéndola con solución salina antes de
observar al microscopio. También debe efectuarse una
verificación con exámenes de concentración que son mas
seguros. Ambos métodos pueden ayudar a identificar las
amebas hasta en un noventa y cinco por ciento de casos.
Otros
estudios basan el diagnóstico en la inmunofluorescencia.
Básicamente tratan de demostrar titulaciones altas en el
suero de pacientes afectados de cepas amebianas
virulentas. Es un método alternativo y no despreciable a
pesar de la dificultad de encontrar un antígeno
específico que corrabore de manera precisa el
diagnóstico de amebiasis. Se ha demostrado que
titulaciones altas en el suero de pacientes con cuadros
amebianos luego de un tratamiento adecuado, han bajado
sus valores. Esto equivale a decir que no todas las
cepas amebianas se comportan de la misma manera. Existen
organismos que sin duda resisten mejor las infestaciones
y las infecciones amebianas.
La
presencia de quistes de amebas en un examen rutinario de
heces no equivale a tener una enfermedad amebiana, una
disentería, o que vaya a evolucionar hacia un absceso
hepático amebiano. Son varias las condiciones que tienen
que darse para que una ameba que vive en condiciones de
comensalismo se transforme en patógena. Incluso no esta
claro el momento en que un trofozoito que se encuentra
en la luz intestinal se haga agresivo y pueda causar
daño tisular. Lo que si sabemos es que cuando la ameba
que sólo se alimenta de moco comienza ha hacerlo de
eritrocitos, cada vez busca en la profundidad de la
pared intestinal una mayor cantidad de ellos en vasos
cada vez mas grandes y esta invasión produce la úlcera.
Cierto que la presencia de bacterias en forma frecuente
coadyuvan a producir laceraciones intestinales en la
mucosa y estas pequeñas heridas facilitan la llegada de
amebas que se multiplican rápidamente por simple
división binaria. En el caso de los trofozoítos no es
necesaria la presencia adicional de bacterias
enteropatógenas para producir destrucción celular;
pueden hacerlo solos debido al gran poder destructivo y
de penetración que poseen.
Muchos profesionales son partidarios de cada cierto
tiempo realizar a sus pacientes tratamientos
antiamebianos, en especial a aquellos que han viajado o
viajan frecuentemente a zonas donde la amebiasis es
endémica. Se trata de una medida preventiva que en
ciertos casos es prudente. Sin embargo ya se ha dicho lo
fácil que es demostrar la presencia de la ameba con
exámenes simples y económicos.
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